Por Rateb Y. Rabie, KCHS
Es hora de despertar a la realidad que se despliega ante sus ojos, una realidad que impacta no solo a ustedes, sino también a sus hijos y al futuro de su nación. Las órdenes de arresto emitidas por la Corte Penal Internacional (CPI) contra el primer ministro Benjamin Netanyahu y el exministro de Defensa confirman acusaciones de crímenes de guerra y genocidio en Gaza. Esto ya no es un asunto de especulación; es un clamor global, un llamado a la justicia y a la paz. Sin embargo, su liderazgo continúa haciendo oídos sordos y cerrando los ojos, arrastrándolos hacia un futuro incierto y peligroso.
Llegaron a Palestina en busca de refugio, seguridad y protección tras soportar los horrores del Holocausto: abusos indescriptibles, torturas, encarcelamiento y exilio bajo el brutal régimen de la Alemania nazi de Hitler. Despojados de sus hogares y su herencia, fueron víctimas de atrocidades inimaginables. Pero en su búsqueda de un refugio, sus líderes sionistas explotaron su sufrimiento y su fe, utilizando el judaísmo como herramienta para una agenda política. Crearon la narrativa del regreso de Israel a la tierra de la promesa antigua, pasando por alto otras posibilidades como Argentina y Mozambique, y eligieron Palestina como el fundamento de su visión.
Sin embargo, esta elección tuvo un costo devastador, tanto para el pueblo palestino como para ustedes. En lugar de construir un futuro basado en la coexistencia, la justicia y la paz, su liderazgo eligió un camino que perpetúa el conflicto, la opresión y el desplazamiento, transformándolos de víctimas en victimarios. El mundo ha instado repetidamente a Israel a aceptar la paz con los palestinos, pero estas llamadas han sido ignoradas.
Ha llegado el momento de reflexionar profundamente sobre hacia dónde los lleva este camino. La verdad es innegable: no pueden tener paz y seguridad si los palestinos no tienen paz y seguridad. El bienestar de ambos pueblos está entrelazado, y uno no puede prosperar mientras el otro sufre. El camino actual de violencia y opresión solo profundiza las heridas y prolonga el sufrimiento de todos los involucrados.
Es importante destacar que los palestinos han reconocido la solución de dos estados, aceptando la división de Palestina histórica. Esta visión concede a Israel el 78% del territorio, reservando el 22% para un estado palestino independiente. Es una concesión significativa y generosa, una oportunidad para resolver finalmente este conflicto y garantizar un futuro de convivencia. Sin embargo, la dirigencia israelí ha fallado constantemente en aprovechar esta oportunidad de paz duradera. ¿Por qué no aprovechar este reconocimiento y construir un futuro basado en el respeto mutuo y el compromiso?
Pregúntense: ¿es este el legado que desean dejar a sus hijos? ¿Un legado de violencia perpetua, miedo y condena internacional? ¿O se levantarán y exigirán un futuro mejor, uno definido por la justicia, la igualdad y la paz? Esto no es una fantasía; es una posibilidad real. La historia nos muestra que judíos, cristianos y musulmanes vivieron juntos en la tierra de Palestina antes de 1948, en comunidades donde la convivencia y la humanidad compartida eran posibles. Esa historia puede inspirar un retorno a una forma de vida más equitativa y armoniosa.
Pero la decisión es urgente. Cada día que pasa sin acción solidifica un ciclo de animosidad y pérdida que será cada vez más difícil de deshacer. Sus hijos merecen más que un legado de división y conflicto; merecen esperanza. El mundo los observa, y la historia juzgará no solo a sus líderes, sino también su voluntad colectiva para elegir el camino de la paz.
El momento de actuar es ahora. Juntos, israelíes y palestinos pueden crear un futuro compartido, uno donde ambos pueblos puedan vivir con dignidad, seguridad y la promesa de un mañana más brillante.
La elección está en sus manos. La historia los observa, y también el mundo.