Por: Stephanie Zayed (Colombia)

Hace un mes volví de Palestina. Fui como delegada del programa Know Thy Heritage (KTH), junto con 12 otros jóvenes entre los 18 y 30 años de la diáspora Palestina. Representamos a 6 países alrededor del mundo y nos encontramos todos en la tierra de nuestros padres y abuelos para aprender más sobre nuestras raíces, nuestra cultura, y nuestra identidad. Como muchos no habíamos tenido la oportunidad de visitar Palestina, ir con el Programa de KTH nos abrió las puertas a lugares y personas que nos enseñaron sobre el contexto económico, político, social y cultural en el país.

El viaje a Palestina estuvo lleno de experiencias y emociones que hasta el día de hoy me acompañan. Visitamos ciudades y pueblos que habíamos escuchado a nuestros padres y abuelos mencionar en sus historias en las reuniones familiares, y conocimos a su gente, con los que compartimos almuerzos, cenas, cafés, y postres. Además, nos reunimos con muchos de los líderes palestinos, como los alcaldes y gobernadores de Belén y Jericó, con los cuales nos sentamos a hablar y a expresarles nuestras dudas y opiniones de las ciudades en las que estábamos. Por otro lado, aprendimos sobre la ocupación y escuchamos testimonios de aquellos que sufren las consecuencias de ella día a día. Empezamos a entender muchos de los obstáculos que los palestinos enfrentan en su diario vivir, desde una libertad de movimiento limitada hasta detenciones sin justa causa. Cada día, la delegación aprendía un poco más, entendía un poco más, y compartía un poco más. Y cada día, nos aferrábamos más a esa tierra que nos dio la bienvenida desde el momento que la pisamos.

Nuestro viaje empezó en Amman, Jordania, donde nos encontramos con la delegación y nos preparamos para cruzar la frontera al día siguiente. Birzeit nos recibió con los brazos abiertos, pues apenas nos bajamos del bus escuchamos la música que nos daba la bienvenida a nuestra tierra. En ese instante, todos sentimos una conexión a la tierra y a sus personas que nos recordó por que habíamos tomado la decisión de ir a Palestina. La hospitalidad de su gente nos acompañó durante todo el viaje, y fue ésta la que durante momentos de cansancio nos impulsó a seguir con una sonrisa.

Continuamos por Ramallah, Jericó, Jerusalén, Belén, Hebrón, Nablus, Akka, Nazaret, y Haifa, y cada visita nos dio las herramientas para conocer Palestina desde lentes diferentes, como el social, el político, el económico, el cultural, y el religioso. En Belén nos encontramos con el contraste entre la impactante Iglesia de la Natividad y el igualmente impactante, pero deprimente muro de separación, que se impone en la ciudad como un gigante que divide familias y limita la libertad de los palestinos diariamente. En Nablus, caminamos por las estrechas calles de la ciudad vieja hasta encontrar el famoso kanafeh del que tanto habíamos escuchado, y el cual disfrutamos hasta el último bocado. En Ramallah aprendimos sobre la reciente historia de Yasser Arafat y su legado, y en Hebrón conocimos diferentes industrias que impulsan la economía Palestina. Jerusalén fue especialmente memorable, pues sus calles estrechas nos llevaron a los diferentes barrios e importantes sitios sagrados. Además, fue aquí donde visité el hotel donde mi abuelo vivió durante 4 años después que su casa fuera destruida durante la guerra de 1948. Las ciudades en el norte (Akka, Nazaret y Haifa) nos expusieron a la vida de los palestinos que viven en Israel; sus experiencias y sus esperanzas para el futuro. Durante el viaje también participamos en la Séptima Conferencia Anual de la Diáspora Palestina, donde tuvimos importantes conversaciones y paneles sobre cómo fortalecer y mantener el sistema de conexión y redes de iniciativas juveniles palestinas a nivel mundial.

Esta experiencia con KTH tuvo un impacto importante en todos los delegados. Las historias que nuestros familiares nos habían contado se materializaron, entendimos de donde veníamos y exploramos más nuestra identidad y cultura. Nuestra responsabilidad con Palestina se fortaleció, y obtuvimos las herramientas necesarias para materializar esta responsabilidad al volver a nuestros países. ¡Ahora, sólo queda seguir luchando por Palestina!